Recuerdo
que de niño, en una reunión familiar donde planeábamos un viaje, como nadie
hablaba de mi posición en el coche (que siempre me tocaba en el maletero, sin
silla ni nada, junto al perro y sobre las maletas, bien a gusto), solté a
bocajarro una expresión que pensé culta por haberla escuchado a algún adulto.
Los niños siempre están deseando hablar como los adultos, y cuando somos
adultos nos damos cuenta de que mejor sería dialogar como los niños. En fin: tú
aquí, tú allá, tú con tu hermana en la de arriba… y de mí que se olvidaban. En
el primer silencio oportuno la pronuncié tajante y orgulloso:
«¿Y yo qué?
¿Me voy al Carajo? »
Se hizo el
silencio y un frío recorrió mi espalda. Al instante comprendí que aquella
palabra, Carajo, no era adecuada ni a mi edad ni al contexto. Mi padre,
estricto como nadie con los tacos, me miró.
—
¿Tú sabes qué significa esa palabra? —me preguntó. Y
yo, viendo la reacción del auditorio, enrojecido pues vislumbraba que no era
tan gracioso como pensaba, confesé mi ignorancia. Mi padre no me regañó, no me
dijo ni mú, tan sólo me mandó a la biblioteca, a la tercera planta, a buscar el
significado de tan misteriosa palabra en alguno de los 50 diccionarios que
tenía. Para mí subir a la biblioteca no
era precisamente ningún castigo, pero los diccionarios no eran tan divertidos.
Cómo no, le hice caso.
carajo.
(De
or. inc.).
2. m. despect. malson. Col., C. Rica, Hond. y Ven. U. para suplir el nombre
de un hombre que no se quiere mencionar para desvalorizarlo.
(Y se aceptan unas cuantas acepciones que veremos a
continuación)
Desde aquél
día creo que no he vuelto a usar tal palabra. Ya no me gusta, pero ayer, creo
que fue ayer, me di cuenta de que hoy es un buen momento para usarla, pero
usarla como es debido, en todas y cada una de sus acepciones, porque para
hablar de lo que quiero hablar, me viene que ni pintado. Es el momento.
Y de lo que
quiero hablar es de la crisis. Sí, ya sé
que está demasiado machacado el tema, pero es precisamente por ahí por dónde
van los tiros. Bien, hablemos de Crisis. De La Crisis. De esta que ya lleva
muchos años jodiéndonos la vida. De esa a la que ponemos nombres y apellidos,
etiquetas, y… maquillajes. Los Políticos vende-mentiras, los Gobiernos títeres,
los Bancos tiranos, Monarquía de guante blanco y pata de palo y de los
asquerosos millonarios que se pasean en yates junto a las pateras… Bien, quiero
confesaros que a mí esta jauría me la repampimfla, me importan la cuarta
acepción de nuestra palabra: Un Carajo.
Lo que ya
no me importa tanto es lo que veo a mi alrededor y que me hace preguntarme que
qué fue antes, si la crisis o los "crisificados". Yo no sé si esta
Crisis del Carajo nos ha nublado el intelecto o por tener nublado el intelecto
nos han colado la crisis aquellos a los que no les está afectando en absoluto.
Me explico.
El otro día
fue un día genial. Comenzó como todos, yendo al trabajo y encontrándome
atrapado en un atasco del Carajo provocado por una endemoniada rotonda. Como es
normal, las caras de todos eran, ya desde bien prontito, de asco y cabreo.
Pitidos, insultos y demás tostadas de desayunar. Un Ejecutivo con un deportivo
del Carajo metiendo el morro y la señora con el panda acelerando. Un chaval con
su corsa metiendo el morro más allá y un directivo con su BMW cerrándole el
paso, y así hasta convertirse aquello en un sindiós, un perro del hortelano, ni
paso ni dejo pasar, que yo tengo mi orgullo y al ejecutivo que le den y al
niñato del corsa también. Por fin llego y tras varias vueltas, consigo aparcar,
justo a tiempo de tomarme un cafetito rápido antes de entrar. 1,60€ por un café
de pseudo-máquina y en vaso de cartón, aún me pregunto por qué de tal precio,
es posible que sea que porque si quieres un café allí, es lo que hay, si no
cógete el coche y te vas al carajo a pagar 1,20. Bah, por 40 céntimos, total…
Igual es por esto, tú. Por fin subo a mi amado trabajo, dónde está mal visto
hablar y congeniar con el compañero, no vaya a ser que se cree buen ambiente.
Media hora después y llegando tarde, llegó mi jefa con cara de asco (igual
pilló el atasco o probó el café, o ambas cosas) y manda reunión. Exigencias de
productividad, que la empresa va mal, etc. ¿Cambios por parte de la dirección
de la empresa? ¿Nuevas bases de datos? ¿Estrategias innovadoras? ¿Eh? ¿Te ha
sentado mal el café, majo? No, tiramos con lo que hay, pero debemos aumentar
las ventas en un idílico escenario económico, y si no te gusta, ya sabes lo que
hay, 6 millones de parados que suspiran por tu puesto, así que aprieta el culo
o te largas.
Llegó el
descanso y hablando de forma clandestina con los compañeros, no vayan a pensar
que hay confabulaciones, que como las meigas… Les explico la reunión y dos me
cuentan: «Y yo haciendo lo imposible para
que me echen, que ya he conseguido 5 meses de paro» el uno. Y el otro: «Pues a mí me han dicho que o firmo la
voluntaria o me olvide… Vamos, que no quieren soltar el finiquito»
Superé el
día de trabajo mal pagado y amenazado, y por fin llegué a mi casa. Por la tarde
decidimos darnos el caprichazo de dar un paseo por un hipermercado, no estamos
para mucha fiesta. Y allí, anonadado, no dejé de ver a gente comprando como si
le fuera la vida en ello, las bolsas superaban a las personas en una relación de
3 a 1. La sección de electrónica me heló la sangre. Juraría que vi sangre entre
dos señores que se disputaban una Tablet de última generación. Los chavales,
con los ojos como platos y con cara de Zombie, miraban una pantalla gigantesca
mientras un crio de 12 años le reventaba las tripas a un monstruo asqueroso.
Una chavala babeada mientras jugueteaba con el SmartPhone deTuttiLux 4g 7.0x
mientras una señora, mirando por encima de su hombro, metía la mano en su
bolso. Me temí lo peor, y no era que sacara una pistola de descarga eléctrica,
sino la visa gold para pagar el envidiado juguete de su hija.
Estaba
confuso y miré a mi mujer:
—
Cariño, ¿Es que ya estamos en Navidad… otra vez?
—
No, son las rebajas…
—
¿Rebajas? Pero si estamos todo el año de rebajas… —murmuré
incrédulo.
—
A esto lo llaman rebajas, a lo del resto del año…
Ofertas y promociones. 10 días de platino que en realidad es un mes. La Semana
del Menaje que en realidad es un mes. Tres días sin IVA que en realidad es una
semana…
No lo pude
soportar más. Apunto de desfallecer,
todo pedante e iluso de mí, puse rumbo a mi idílica sección, aquella que es un
reducto de cultura, conocimiento y paz: La Librería. Y al entrar en ella, todas
mis esperanzas se desvanecieron ante la aplastante realidad de los Top 10 más
vendidos.
Bien, yo no
quiero hacer sangre, que no compré los derechos para escribir ni seré yo quien
juzgue a tan avispados autores. No entendáis mal mis infectadas directas, tan
sólo hago un fiel reflejo de lo que vi.
Con el
número uno, la apasionante historia de Belén Esteban, un referente cultural, un
espejo donde la Rae se cepilla sus barbas, una pluma tan ágil y liviana como el
pedo de un bebe, pero con una lengua en la que nuestra palabra Carajo se
sentiría tan incómoda como yo en la sección de lencería. Belén y sus profundas
reflexiones se cotizan a sólo 18 euracos.
Con el
número dos, la Autobiografía de David Bisbal, un tipo que me cae bien, muy
majo, y eso que no le conozco, pero supongo que comprando su autobiografía podré
recordar su trayectoria que, si mal no recuerdo, la hemos vivido todos los
españoles en primera persona, que aún recuerdo su salto de emoción al perder y
quedar segundo en ese concurso que sólo empezó a ser divertido con Ristro y que
sin haberlo comido ni bebido, me sé hasta el nombre de su banda: Expresiones.
En este caso David tiene algo más de Caché: 19 eurillos. (David, por dios, sin
acritud, eh?, que yo te voté…)
Con el
número 3: Mi querido Zapatero con su Dilema. No estoy aún preparado para
leerlo, dejadme unos años que mi recuerdo sobre este señor se vele un poco,
así, para tomar perspectiva. Pero no pude evitar sonreír por dos motivos.
Primero pensé: ¿Aún no lo tienes claro, macho? Y luego pensé en que su editor
no fue listo, pudo haber pagado los derechos de autor a Supertramp y llamar al
libro "¿Crisis? What crisis? Nuestro amado expresidente está al alza:
21,50€ que no le vienen mal, supongo, que le habrá quedado una pensión muy baja...
Este sí que consiguió su finiquito como dios manda…
Con el nº
4, 5 y 6 Las Sombras de Grey. Esta pobre rima que acabo de componer es lo más
cercano a… Bueno, no me quiero meter, lo dejo ahí, todo al aire, digo en el
aire, que es comprensible que después de reflexionar con Belén, deleitarte con
la épica vida de David y vivir el asfixiante ambiente de misterio sin resolver
del Dilema de ZP, uno debe de terminar con ganas de… de… de leer algo que se
acerque un poco a la literatura. Tras leer tales obras clave de nuestra cultura,
yo estaría dispuesto a pagar los 17,50€ por pechuga y muslo, digo, por tomo y
lomo.
No pude
seguir con aquello, miré a mi alrededor buscando algún escritorzuelo que me
sacara de aquella pléyade de cultura pues comenzaba a sentir una especie de
Síndrome de Stendhal pero a la inversa, como si en vez de salir de la Basílica
de la Santa Cruz de Florencia, estuviera entrando en el teatro de La Moncloa y
contemplara a Rajoy y su séquito interpretando Titanic, versión adaptada de A.
Merkel. En mi recorrido de auxilio vi cosas que no creeríais, Novelas (o algo
así) en venta escritos por políticos que creía en el carajo y que florecían
como amapolas en primavera al candor de esta crisis que ellos fomentaron… Libros
sobre Dietas Milagrosas a las que sólo les falta en la portada el "Antes y
Después" de su autor. Abundante literatura de auto-ayuda que te hacen
pensar: "¿Cómo demonios superaron nuestros padres y abuelos sus crisis y
problemas si antes no existían estos libros?" Y en una apartada esquina,
una pila de Novelas polvorientos en el cajón de las ofertas 2x1 gritaban: ¡No
digáis que por falta de talento enmudeció la lira! No lo digo yo, amigos…
Sólo
existía algo que pudiera paliar mi descalabrado día. Nos fuimos a tomar un café
en taza de cartón, eso sí, a 1€. Pero allí, un niño vestido con un uniforme
desgastado y un siete en la rodilla, se estaba comiendo, cual gorrino muerto de
hambre, un helado barato mientras hablaba como un macarra. Al tiempo, su madre,
era absorbida por la inmensa pantalla de su teléfono móvil de última
generación, un aparato mágico que le enlazaba o conectaba a un mundo tan
maravilloso. Sé que es un esfuerzo supremo perdernos la última foto del gatito
gracioso, o de la última Frase Maestra de Cohelo, o de los emoticonos que nos
envía (pues ya ni escribimos) nuestra prima Rita. Así debió sentirlo la madre
cuando su hijo, dándole un golpe al teléfono, ya harto de decir improperios sin
conseguir llamar su atención, le dijo:
—
Mamá! Deja el teléfono! —a lo que la madre le contestó.
—
¡Pedro! ¡No me molestes, carajo! ¡Cómete el helado,
coño!
Mi último
recurso para arreglar ese día era dejarme caer en el sillón y distraerme con la
tele, que algo echarían, ¿no? Pues no. En un canal nos deleitaban con un
Reality de 15 zánganos que no han pegado un palo al agua, decían que famosos,
incluso una escritora, decían, pero aunque me sonaba el nombre, no daba crédito,
no podía ser… En otro canal, un salvaje y lujoso debate donde se despiezaban a
los anteriormente mentados concursantes. En otro canal, uno de los habilidosos
periodistas que despellejaban a los concursantes, era a su vez despellejado por
otros vivaces periodistas (¿?). En el cuarto intento, un programa de exclusivo
rigor periodístico, políticos y analistas rojos llenaba de mierda a políticos
azules. Y en el quinto intento, de objetivo análisis de analistas y expertos
azules, se ponía sobre estiércol a políticos rojos. Por un momento me vi en el
patio del colegio: Tú, no Tú, tú más, no, tú mucho más… y se pasa el recreo sin
llegar a nada.
¡Carajo con
la crisis! ¿De qué estamos hablando? ¿Crisis financiera? ¿Deuda soberana?
¿Sobornos, estafas y otras hierbas? ¿Manipulación de Los Medios y la Enseñanza?
¿Seguro que hablamos de eso o es eso lo que nuestra indolencia ha permitido?
Yo me
pregunto (y me incluyo, no por falsa modestia):
1 —Si no
somos capaces de dejar pasar a un juppie porque va con un cochazo, pero tampoco
vamos a dejar pasar a la señora listilla del panda… ¿Hablamos de Economía?
2 —Si
aceptamos pagar más, mucho más, un café por el simple hecho de que "es lo
que hay"… ¿Hablamos de Robos de guante blanco?
3 —Si en
nuestros trabajos está mal visto el buen ambiente y aceptamos la amenaza para
callar nuestros derechos, como por ejemplo, un trabajo digno… ¿Hablamos de Extorsión?
4 —Si
estamos deseando cubrir el expediente para cobrar el paro y mandar a la mierda
a los jefes… ¿Hablamos de Estafas?
5 —Si nos
dejamos esclavizar y como rebaños de corderos conquistamos centros comerciales
por adquirir "mierdas que no necesitamos con dinero que no tenemos"…
¿Estamos hablando de Deuda Soberana?
6 —Si
elevamos a los altares y convertimos en referentes culturales a ídolos de
barro, políticos cobardes y profesionales ineptos al módico precio medio de 18€
por mediocre… ¿Hablamos de Boicot Cultural?
7 —Si
suplimos la más elemental y esencial de las relaciones personales (y los
helados) por "consoladores sociales" y reducimos una buena charla al
intercambio de fotitos de gatos y emoticonos chorras… ¿Hablamos de Educación
deficiente?
8 —Si nos
drogamos, ya cansado de tanto luchar y
rebelarnos contra los cabrones que nos lideran…, con estiércol televisivo
consumido sin preguntas, y bailando al son de los mediocres, tomamos partido según
qué canal y formamos inconscientemente ideologías baratas… ¿Hablamos de
Manipulación de Medios?
Soy
escritor y, por lo tanto, adorno "un poco" las preguntas. Pero son
preguntas sencillas y las respuestas, dependiendo del grado de intimidad dónde
las demos, también lo son. Estas preguntas son el hilo que teje la camisa que
vestimos hoy en día, nuestro silencio son los botones que, abrochados hasta el
cuello, ya casi no nos dejan ni respirar. Hemos engordado tanto alimentándonos
de quejas, protestas y lloriqueos… que es triste estar convencido de que antes
se rajará por la presión de nuestra grasa que por voluntad de rasgarnos con
nuestras propias manos tan sucias vestiduras. Maldita sea, media historia de la
humanidad se ha escrito con luchas, guerras y revoluciones contra la esclavitud
y por la libertad, ¡carajo!, que uno sólo me diga una diferencia entre tan
oscuras épocas y ésta. ¿Realmente somos libres? ¿De verdad lo crees? Y a ti,
¡oh hombre elevado!, que tan convencido estás de tu libertad que te brillan los
ojos por el orgullo de decir: ¡Sí, a mí me la pela la tele, los periódicos y
los políticos! y entonas con voz cavernosa: "Soy el amo de mi
destino", me gustaría preguntarte: ¿y por qué carajo no haces nada por los
esclavos? Es posible, iluminado héroe, que tu libertad sea la del toro bravo,
animal admirado que bufa lo que quiere,
rumia donde le place y trota en su pradera, y lo hace todo dentro de un
cercado y con la impronta de su amo en el culo. Sólo serás consciente de
"tu libertad" ante la puerta
de chiqueros.
Sí, amigos,
porque somos revolucionarios de bar, rebeldes de sobremesa y soñadores de
almohada. "Ellos" se están partiendo de risa, se frotan las manos y
amasan sus horondas panzas deleitándose con un festín que dura casi tanto como
la idolatrada Democracia, esa Democracia que descendió de la montaña hecha de
piedra y que las manos de herederos miopes y avariciosos han tallado hasta
convertir en un vellocino de oro. El problema está en que no veo a ningún
Moisés por aquí cerca que ponga un poco de orden. No hay cojones, y si no los
hay, señores, esto se va al carajo.
Dicen que
el primer paso para superar un problema o una crisis personal es aceptarlo y
asumir el grado de culpa. Tenemos unos líderes de mierda, una clase política
vergonzosa y todo lo que queramos. Y estoy de acuerdo. Estoy de acuerdo en que
les interesa adoctrinar con los programas educativos, pero cuando llegan a casa
estamos los padres. Estoy de acuerdo con que los Medios están manipulados, pero
nosotros tenemos el mando. Estoy de acuerdo con que nos recortan derechos
fundamentales, pero tenemos las urnas (por si nos da por evitar el "efecto
ping-pong") y tenemos… la calle. Pero aquí seguimos, discutiendo en el
restaurante, enervados y con un gintonic con frambuesitas. Chateando
revoluciones por Wathsup con nuestro smarthphone de última generación. Colgando
frases de Cohelo sobre la libertad en nuestro muro de Facebook. Y escribiendo proclamas
como estas en nuestros blogs. Ya os puedo anticipar que las próximas elecciones
las van a ganar "uno de esos dos", y eso ocurre porque esta tierra,
desde que nació nuestra amada democracia, anda dividida en dos, y aunque
estamos acercándonos gracias a sus ineptas administraciones, aún no somos UNO.
UN PUEBLO, SOBERANO, QUE DECIDE QUE NINGUNO DE "ESOS" VALE PARA NADA.
Pues esa soberanía nos la dio La Democracia que bajó de la montaña.
Y ahora que
me planteo el porqué de este ensayo, no lo encuentro. Quizás porque el otro día
me sobrevino una pregunta inquietante: ¿Es posible que "algunos"
estén interesados en que sigamos hablando de Crisis Financiera y así no darnos
cuenta de que es otro tipo de Crisis mucho más grave, como por ejemplo, de
valores, de principios, de prioridades?
Llamadme
loco, pero se me ocurre que podríamos dejar de hablar de crisis financiera y
derivadas, que aceptemos la época que nos ha tocado, asumamos nuestro grado de
responsabilidad y empecemos a hablar y a arreglar algo mucho más preocupante,
algo que ha permitido y permitirá que esta crisis y otras se cuelen en nuestras
historias y la escriban por nosotros. Y sí, amigos, hablo de LA CRISIS, con
mayúsculas, esa que en la que, desengañémonos, somos tan sólo un daño colateral
puesto que los damnificados no son otros que nuestros hijos, de los que somos
ejemplo.
En el
fondo, está pasando como lo de mi sitio en el coche. Están los
"mayores" diciendo: Esto para ti, esto para mí, tú allí y tú acá.
Ahora tú, ahora yo. Sólo espero que alguno de nuestros hijos, no ya nosotros,
aproveche la mínima y grite en medio de todos:
¿Y nosotros qué? ¿AL CARAJO?
¡AL CARAJO VOSOTROS!
Estoy en pie gritando vivas y aplaudiendo como una loca, y no lloro porque soy muy fuerte.
ResponderEliminarLamentablemente ahí se queda la cosa, me vuelvo a sentar , muy triste, impotente, cuantas cosas me gustaría hacer, pero no sé qué, y eso me hace sentirme mal, pequeña, me siento como el toro del que hablas, encerrada, pero consciente de ello, esto es una mierda, pero grande y maloliente además . Totalmente de acuerdo con lo que dices y me encanta como lo dices.
WUALA!! Virginia, hija, que me emocionas!! Tan sólo decirte tu emoción y reacción ya es que lo que muchos hacen. Nuestra indolencia ha llegado a límites insospechados, rallando la rendición incondicional. Por lo tanto, al sentarte, no bajes la cabeza, y aunque seas toro bravo en el cercado, que tu mirada no se apague. Coge un boli o lo que sea y escribe, grita, canta, pero no te calles. Una voz se puede perder en el barullo, pero.. ¿Ves? Ya somos dos! Y hay más, sólo que aún no es suficiente.
EliminarSi te ha gustado, te recomiendo que leas tres cosillas más sobre "el tema" que tengo por aquí (sí, sé que me tienes pendiente, Arístides puede esperar!) Un cuento de niños que no es para niños: "La Vaca qe subió a la montaña" (te reirás a pesar de tratar sobre "romper" cercados"), "Tú eres revolución" y "Denuncio". Lo encuentras a la derecha.
Y esto también te gustará: https://www.youtube.com/watch?v=s-xvOtkV5Ew