Yo, Devorador de Sueños, declaro que dejo a la muerte el conjuro de la Luna Rota y el Día Oscuro, y ya podrá venir con la parca y su reclamo, que no hallará mis huesos en mi refugio.
Yo, de Tristeza Vagabundo, declaro que dejaré al día un suspiro de recuerdo que deberá recoger para existir, pues no habrá más día en el futuro.
Así, dueño de mí mismo, de mis lágrimas y de mi destino
, he decidido arrebatar al mañana de su camino.
, he decidido arrebatar al mañana de su camino.
Si nadie frena esto, decidiré mi propio albor, que será cuando alguien lea esto y vea lo mismo que veo yo.
Hasta entonces, rellenaré un millón de hojas, de espacios y de tiempos, escribiré infinitos versos, alargaré mis noches fundiendo mi piel con la pluma y licuando mi sangre con su tinta. Chupará mi eterno papel de las venas de mi ser y sobre esta hoja moriré convertido en palabra, viviendo en un verso, ¡y no me llegará el mañana! No me llegará ni el día ni la muerte con su parca, pues seré siempre palabra y palabra eterna siempre seré.
Quemaréis los libros y los bosques buscándome; romperéis, como aquél tirano acobardado, todos los sueños al amanecer; oprimiréis al hombre, le humillaréis, pero al llegar la noche... ¡Acorralados huiréis al verme alzado, desnudo, difuso, etéreo, con mil frases como ejercito con el que, invencible, armaré al pueblo para que sueñe otra vez!
Querréis, entonces, rabiosos impotentes, robar la noche y borrar su nombre; pero yo, arrancaré a la muerte su guadaña y antes de una mañana, con un sesgo sacrificado y doloroso, a mi amada Luna partiré en dos, llevando cada cuarto, de menguante imposible, a cada extremo, eterno anochecido. Acorralaré a vuestro amanecer, traidor prisionero, y no llegará el mañana y no llegará ni a oriente ni a occidente. ¡Noche eterna, Reino de los Sueños, Imperio de esperanza desde Levante hasta Poniente!
Y Elevaré mi grito y mi tiempo hasta entonces, pues no retrocederé, no me rendiré, hasta que la humanidad, en un excelso coro, me mire a los ojos y me diga:
¡Quiero cumplir mis sueños, quiero cumplirlos todos!
Entonces, yo, Misionero Poseído, Abdicador de Reinos, regresaré y a la Parca buscaré, y ya convertido en un simple eco, cuando vea el brillo de su guadaña y reconozca a mi verdugo, le diré:
Aquí tienes mi cuello.
Ávalon Esmit
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Texto depositado en el Registro General de la Propiedad intelectual
DL: M-002151/2011
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