Que vuelen las hojas secas del bosque tras la estela de tu brioso zaino. ¡Galopa, galopa! ¡No pares esta noche! Sigue la huella del viento enfurecido; ruge como las olas del mar que rompen los acantilados perdidos y blande tu espada al alto abismo porque esta noche, ¡quizás tengas que luchar!
Y no trotes, aún menos desmontes, vence con tu sudor al frío y deja el calor falso de la hoguera a los blandos y vencidos.
Y el hambre, para los muertos.
Que se atraquen de gusanos