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martes, 9 de octubre de 2012

Déjame vivir...



      Dibujaré, con sesgos de la mano en el aire, con mi afilada espada, con mi triste pluma, con el látigo que hiere, con el recuerdo que me nubla, con la sangre que me brota, con la rabia que me excita, con la tristeza que me ahoga…dibujaré  tu recuerdo. Y ahí lo dejaré. Flotando entre las nubes, viajando con la brisa, lejos… muy lejos de mí. Tú no lo quieres. Yo no lo quiero. Huérfano desgraciado. Bastardo desheredado, flota y elévate y aléjate y alcanza los límites de la memoria, la frontera del olvido… pero déjame vivir.

      Tallaré, en violentos acantilados, con puñetazos impotentes, con nudillos sangrantes, con dedos morados, con mis dientes, con mi cabeza, con tu sonrisa, con tu melena, con tus caderas, con tu calor, con tus caricias… tallaré tu recuerdo. Y ahí pervivirá. Relieve que revela lo que me revolucionó y me apresó. Fuera de mi vista cansada. Pero cerca de mí, por si algún día dudo, pienso, me ilusiono, espero… me dejaré llevar por las olas rabiosas y miraré tu escultura y después… naufragaré y moriré con violencia entregando mis huesos y mis sesos a la roca y tu recuerdo. Hasta entonces… Déjame vivir


      Compondré, entre acordes lentos, con fusas y semifusas suicidas, con melodía arrebatada, con coros de lágrimas, con tambores silenciosos, con violines funestos, con tu pelo por instrumento, con tu figura y mi deseo, con tu aroma y mi deseo, con tu piel y mi deseo, con tus sábanas y nuestros juegos, con tus caricias y nuestras mañanas, con tu voz y mis noches… Compondré tu recuerdo. Pero jamás lo tocaré, jamás tararearé, allí quedará, encerrada en la caja de una guitarra, enredada entre las cuerdas de un piano solitario, en un bar en el barrio de los sueños perdidos, y ni en las noches borrachas de almas rotas saldrán las notas de tu recuerdo. Solo cuando me metan a mí en otra caja, solo cuando me enrede yo otra cuerda al cuello, solo cuando recojan mi cuerpo ebrio y muerto en la puerta trasera de un bar en el barrio de los sueños perdidos… dejaré fluir el recuerdo que compuse. Hasta entonces… Déjame vivir.

      Pero no. No escribiré. Ni una sola estrofa. Ni una descuidada frase. Ni una olvidada palabra. Ni una insignificante letra. .. ¿Por qué?, preguntas. Porque con estrofas reconstruyo mi vida. Con frases, mis años. Con palabras, mis días. Con letras, mis horas. Porque tu recuerdo, en mi soledad me mata. Porque tuerces mis ideas y me las arrebatas. Porque deslizando mi pluma siento tus caricias. Porque mi tinta es tu sonrisa esquiva. Porque mi hoja es tu espalda. Porque mis letras se protegen en tu regazo. Porque mi horizonte es tu cintura. Porque cuando toco con mi pluma una hoja vacía prometiéndome olvidarte, pasan cosas como estas. Que me tuerces y retuerces, me manejas y me engañas, tiranizas mis palabras  y, por mil reniegos que describa, tú, siempre, insistente, implacable, bella, hermosa, excitante… Prevaleces.

      Y es por eso, ahora que ya distingo mi futuro, que me siento un inútil fugitivo de tu recuerdo, tullido de mis deseos, amputado del destino fugaz, que te pido y te suplico… Déjame, al menos, morir en paz.


f.j. Rohs
(de Los Papeles Fugitivos de Arístides Green)

3 comentarios:

  1. Grito en silencio ese déjame vivir pero no me atrevo a escribirlo, no sea que se confirme.

    Me encanta encontrarme tus enlaces y que me traigan de la mano hasta este blog, lleno de pensamientos tan intensos.

    Besos

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    Respuestas
    1. Gracias Mayte, para mí es un privilegio tenerte por aquí y que dediques unos minutos a dejar un comentario. No tiene precio, ya lo sabes! Gracias!

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  2. Y vuelvo a releerlo, porque de verdad que me ha gustado. Me sobra poco tiempo pero quedarme por aquí es aprovecharlo.

    ¡Mua!

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